Aunque a la hora de preparar una escena cada actor tiene sus propias técnicas y lo hace del modo que mejor le resulta, la manera de analizarla acaba resultando muy parecida para todos.
Los pasos, al fin y al cabo, suelen ser casi siempre los mismos, así que no importa qué tipo de escena tengas que preparar, hoy queremos compartir contigo unas pautas generales para que sepas por dónde empezar, y así ayudarte a que llegues a hacer una interpretación extraordinaria. ¡Ya nos contarás tus resultados!
1. ¿Qué tono se busca en la escena o en la producción?
Un drama puede ser turbio y oscuro, dulce y sentimental o dinámico y exagerando, por poner tres ejemplos muy diferentes, y tu estilo interpretativo deberá ir, por tanto, acorde con el carácter que se quiera obtener como resultado del proyecto.
Depende de qué tipo de papel tengas que preparar, se te indicará o no el tono que se busca. Por ejemplo, si vas a hacer una película, un cortometraje o una obra de teatro, el director te orientará explicándote hacia dónde desea encaminar el proyecto y, si no es así, deberías preguntárselo cuanto antes.
En otros casos, puedes ser tú quien encuentre el tono fácilmente: si participas en un capítulo de una serie de TV, te será fácil captar la idea viendo algún otro capítulo o, si es para un casting de publicidad, podrás tomar como referencia otros anuncios de la marca.
Sin embargo, hay ocasiones, como en la mayoría de las pruebas de casting, en las que no tendrás el modo de saber qué tono quieren y, por tanto, deberás pensarlo y proponerlo tú a través de tu interpretación. Aún así, ¡debes estar preparado para adaptarte si el director te indica que quiere algo completamente diferente!
2. ¿De dónde viene la escena y hacia dónde va?
Aunque parezca una tontería, es muy importante que conozcas el contexto de tu escena. Muchas escenas empiezan a mitad de una conversación o a mitad de una acción, y tu personaje deberá estar conectado física y emocionalmente con ese espacio y tiempo anterior.
Y así como tu escena empieza de una manera, acaba de otra. Puede que comience muy positiva y termine triste, o que empiece lenta y acabe en un momento de mucha exaltación. La trama evoluciona, y los diferentes momentos que existen entre esos puntos del principio y el final son los que dan dimensión a la escena, y en los que te basarás para encontrar tu arco interpretativo.
3. ¿Qué mueve a tu personaje?
A no ser que el guion sea extremadamente malo, siempre existirá un conflicto, que es lo que llevará al personaje a hacer lo que hace, a querer lo que quiere y emprender su camino a lo largo de la historia.
El conflicto hace que tu personaje tenga un motivo para tomar acción, le genera un objetivo.
¿Sabrías reconocer, por tanto, el objetivo que tiene tu personaje en cada escena? Escríbelo muy claro en las notas de tu guion, para recordártelo constantemente y nunca perder el foco de lo que le mueve.
En definitiva, la intención de tu personaje es algo que tendrás que tener siempre presente: qué es lo que quiere conseguir y cuáles son sus obstáculos.
4. El subtexto
A la hora de interpretar una misma escena, unos actores destacan siempre más que otros. ¿A qué se debe?
No solo se ha de interpretar el texto de una manera creíble, sino interesante, encontrar todo aquello que hace al personaje diferente y especial y, para ello, hay que analizar todo lo que se dice entre líneas. Los buenos actores saben esto bien, y por eso consiguen darle a su personaje una profundidad que otros no son capaces.
Haciendo el ejercicio de analizar las diferentes capas del texto, comprenderemos los comportamientos de nuestro personaje, su punto de vista, lo que piensa en su interior, lo que siente, lo que esconde. Todos estos pensamientos son la raíz de donde surgirán luego las palabras (¡y el ritmo, y las pausas!).
Ahora entiendes por qué, para muchas películas, series u obras de teatro los actores pasan semanas estudiando y comprendiendo a su personaje en profundidad. Por ejemplo, si obtienen el papel de una figura histórica o de la vida real, se documentan, leen bibliografías, estudian sus movimientos y sus “tics”, su manera de pensar, analizan su pasado para entender su psicología, examinan todo.
De esta manera, pueden encontrar el subtexto de cada frase, de cada palabra, y logran conectar.
Una excelente interpretación refleja el subtexto todo el tiempo, y eso el público y la cámara lo notan. Pero no creas que, porque un personaje sea de ficción, no debas trabajarlo con el mismo empeño. ¡Todo lo contrario!
Si tienes dudas para diferenciar contexto y subtexto, puedes leer nuestro artículo: Diferencia entre texto, contexto y subtexto.
5. Las palabras y el texto
Una vez analizado el guion con los pasos que te hemos ido dando, ahora sí llegó la hora de que te estudies el texto en sí.
Para ello, debes asegurarte de que entiendes todo al 100%, tienes muy claro cómo suenan y fluyen las frases y cuáles son las palabras clave, esas que afectan no solo a tu personaje, sino a los demás con los que compartes la escena.
¡No debes inventártelo! Si quieres algunos buenos consejos para estudiarte el guion a la perfección, lee nuestro artículo: Técnicas y recomendaciones para ultramemorizar el guion.
En resumen…
Estudiarte un guion no significa solo memorizarlo. Es leerlo y releerlo, es entenderlo, es buscar todas sus dimensiones, las que se ven a simple vista y las que no.
Preparar una escena requiere un gran trabajo. Créenos, si no la entiendes en profundidad, no estarás al mismo nivel que el director o que los otros actores del reparto.
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