Desde niños repetimos las conductas que observamos; Es nuestra manera de aprender.
De este modo no solo adquirimos gestos, expresiones y maneras de hablar similares a las de nuestros conocidos y la gente con la que interactuamos; También nos adueñamos de hábitos similares a los de las personas de nuestro entorno cercano, seguimos los modelos que nos ofrece la cultura a la que pertenezcamos y nos integramos en la sociedad.
Como actores, debemos ser capaces de reproducir ciertos aspectos de los individuos que no tienen por qué ser los que tenemos más interiorizados. Hemos de construir distintos personajes creíbles, y para ello necesitamos aprender del entorno, o dicho en otras palabras: observar y asimilar.
Observar para construir un personaje específico
En ocasiones representamos a personajes que tienen particularidades con las que no estamos familiarizados: ciertas situaciones, experiencias o enfermedades nunca las hemos vivido y, sin embargo, las tenemos que sacar delante de modo verosímil porque es nuestro trabajo.
Cuando te encuentres en estas circunstancias, debes informarte con detenimiento, buscar ejemplos reales y observar conductas determinadas. Una vez te hayas nutrido a fondo con lo que necesitabas para el personaje, ya tienes los componentes necesarios para que tu imaginación haga el resto y lo lleve a su terreno: al papel que debes interpretar.
Ante otro tipo de personajes o situaciones, en cambio, sí habrás vivido la misma situación. En tal caso deberás recordar cuales son las emociones que sentiste en ese momento para poder recrearlas.
Como ves, no solo hace falta observar a los demás sino también es necesario analizarnos constantemente a nosotros mismos. Una de las mejores fuentes de información que podemos tener como actores consiste en observar nuestra vida, nuestras reacciones, nuestras emociones y nuestro cuerpo. Y sabemos que puede ser difícil, ya que a menudo tendemos a no prestar atención a nuestras emociones a no ser que estén llevadas al extremo.
Somos actores, y debemos construir nuestros personajes llenándolos de vida: con su pasado particular, su personalidad, sus ideales, sus traumas y sus miedos. Por eso, cuando observes a los demás, no te quedes en lo superficial. En vez de ver lo mismo que pueda ver cualquier otra persona, intenta desarrollar un sentido más profundo de la observación y empápate de todo lo que suela resultar desapercibido. Es lo que diferencia a un actor aficionado a uno profesional.
Ejercicio de observación
A continuación te ofrecemos un ejercicio que puede resultarte muy inspirador para la creación de tus personajes:
Ve a cualquier sitio con gente a tu alrededor. Para este ejercicio da igual dónde te encuentres: en un parque, en la parada del autobús, en un banco de la calle o en una cafetería. El mundo está lleno de personas únicas e interesantes.
Escoge una persona cualquiera y sigue los pasos que te ofrecemos tomándote todo el tiempo que necesites:
- Primero pregúntate: ¿Hay algo concreto que llame la atención de esa persona sobre todas las demás? ¿Por qué la elegiste? ¿Quizá tiene algún rasgo único o algún comportamiento especial?
- Después fíjate en su físico: edad, apariencia… Poco a poco irás definiendo su perfil.
- Cuando tengas todo claro, pasa a analizar su personalidad. ¿Con qué adjetivos la describirías?
- Puede que esa persona se encuentre hablando con alguien o por teléfono. En ese caso fíjate también en su voz, sus inflexiones, sus pausas, su entonación, la velocidad con la que se expresa… y cualquier otro detalle en particular te llama la atención.
- ¿Qué crees que está pensando en este momento? ¿Qué acciones o gestos específicos te hacen presentir que sabes lo que está pensando?
- Profundiza. Quizá puedas poner un nombre a esa persona y crearle una vida. ¿A qué se dedica? ¿Posee algún gesto o cualidad física lo evidencie?
- Llegados a este punto, trabaja tu creatividad. Puede que si ya han pasado unos minutos, esa persona ya se haya ido, o puede que no, pero ya tienes lo esencial para continuar con el ejercicio. Pregúntate: ¿cuál sería el siguiente capítulo del guion de su vida? ¿Sería drama o comedia?
- Ya te puedes ir. De vuelta en tu casa o en la escuela, escoge un personaje de cualquier guion e interprétalo como si fueses la persona que elegiste quien interpreta al personaje elegido, es decir, como si fuese esa persona quien consiguió el papel en vez de tú mismo. No importa que no tengan nada que ver el uno con el otro o se creen resultados ridículos porque, al fin y al cabo, se trata de un ejercicio, de explorar. Cada pequeño detalle que recuerdes de tu observación, apórtalo. Crea conexiones.
- Para terminar, crea tus propias conclusiones. ¿Qué conexiones te han resultado interesantes? ¿Puedes sacar alguna idea para un futuro personaje?
El resultado de este ejercicio en ocasiones será desastroso, pero otras veces magnífico. Poco a poco entenderás el comportamiento humano con mayor profundidad, descubrirás nuevas cualidades muy valiosas de las emociones de las personas y ampliarás tu abanico de posibilidades de personajes que puedes llegar a interpretar.
Nunca lo olvides: la observación es una herramienta indispensable para cualquier actor, de tal modo que si quieres ser bueno en lo que haces y ampliar tus recursos interpretativos, debes observar a conciencia, y a menudo.
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