Muy seguramente sabrás lo que es un primer plano, pero ¿estás seguro de que sabes sacarle partido como actor cuando llegue el momento de enfrentarte a él?
¡Es tu oportunidad para brillar de verdad!
Empecemos por el principio…
¿Para qué se utiliza el primer plano?
El primer plano es aquel que muestra la cara y los hombros del actor.
Este tipo de plano establece una relación muy cercana entre el personaje y el espectador, ya que en el rostro del actor podemos distinguir todas sus emociones: desde las más positivas hasta sus luchas internas o su confusión.
Como resultado de esta distancia tan íntima, espectador siente empatía con el personaje, entiende todo lo que le pasa por la cabeza y acaba viéndose identificado con él. Por eso los protagonistas son los que se llevan siempre más primeros planos, porque para que la trama tenga éxito, el espectador tiene que querer lo mismo que el protagonista, se trate de un personaje muy bonachón, de un completo mafioso o de cualquier otro tipo.
La captura del detalle
A la hora de grabarnos, al contrario que con los planos más abiertos, en un primer plano la cámara capta hasta el más mínimo detalle de los cambios y expresiones de nuestra cara.
Además, cada vez grabamos con más definición y las pantallas de televisión que tenemos en nuestras casas van siendo más grandes, de modo que cada pequeño gesto del actor se engrandece. Todo esto hace que, si siempre ha sido importante no exagerar las expresiones de nuestro rostro en un primer plano, ahora, con más motivo, debemos revelarlas al mínimo.
Como hasta el más pequeño de los movimientos se amplifica, es importante que tengas en cuenta todos tus tics, vicios e intentes eliminarlos; incluso que aprendas bien a esconder los nervios. Has de mostrar sólo lo que esté directamente relacionado con la reacción emocional de tu personaje en la escena.
Por esta misma razón, si en algún momento te encuentras intentando recordar el guion, ten por seguro que se notará. Es por ello que la preparación y memorización del mismo es extremadamente importante.
Dicho esto, tampoco hace falta que te obsesiones con el tema de los gestos faciales. Lo importante es que entiendas el concepto y lo vayas puliendo a medida que adquieras experiencia. Al fin y al cabo, el director te indicará si en algún momento estás sobreactuando y no le gusta.
Para evitarlo, siempre puedes preguntarle antes de grabar la toma. Una vez tengas la cámara enfocándote, infórmate sobre qué límites puedes manejarte, es decir, si el director prefiere una interpretación algo más exagerada o, por lo contrario, muy sutil.
También, siempre que sea posible (lo que en realidad ocurre muy pocas veces), es conveniente que revises el material grabado tras al menos la primera toma del primer plano e intentes corregir la expresión si el director quiere volver a repetirla.
Más cosas a tener en cuenta
Al interpretar en primeros planos, no sólo debemos controlar nuestras expresiones, sino también el exceso de movimientos.
Dar un pasito y movernos a unos centímetros de donde estamos puede llegar a arruinar una toma, pues nuestro rostro puede salirse de plano o desenfocarse y habría que volver a repetirla. Por eso hay que hacer mucho caso a las marcas y directrices previas y efectuarlas lo más fielmente posible a lo que nos han indicado.
Por otro lado, debes tener en cuenta que, puesto que el plano se centra en tu rostro, tu compañero de escena no aparecerá en él. Como consecuencia, en algunas ocasiones, este otro actor será requerido por alguien del equipo por algún motivo concreto, se irá a maquillaje, a repasar el guion o a tomar algo del catering mientras tú ruedas tu parte.
Si esto ocurre, normalmente te pondrán a un sustituto para que te dé las réplicas (cualquier técnico del equipo técnico que no se encuentre haciendo nada importante puede valer), pero también puede darse el caso que te encuentres actuando ante una marca en la pared o cualquier objeto del set que te hayan puesto como referencia para dirigir tu mirada. En estos casos tendrás que ser muy natural e interpretar como si nada pasase, aunque se trate de un momento un poco peculiar.
Otro tipo muy común de indicaciones es el siguiente: aunque tu compañero se encuentre frente a ti, el director puede sugerirte que favorezcas más o menos a cámara, es decir, que gires tu cara unos grados para que la cámara te capture mejor el rostro o, por lo contrario, para que quedes más de perfil. Es otra de las cosas que puede parecerte un poco antinatural pero, siempre que no sea demasiado forzado, te aseguramos que no es lo que pensará la cámara ni el espectador.
¡Es la magia del cine!
El primerísimo primer plano
Si normalmente nos referimos con el primer plano a uno donde se nos ven nuestros hombros y la cara completa, el primerísimo primer plano (PPP) es algo mucho más cerrado.
En este caso sólo un aspecto del actor ocupará todo el cuadro: los ojos, la boca, un lunar… Por lo tanto, tenemos que posicionarnos muy bien dónde y cómo nos indiquen para que la cámara lo capte perfectamente. Un pequeño movimiento y, al igual que ocurría con el primer plano, estaremos fuera de plano o desenfocados y la toma no valdrá.
El primerísimo primer plano no se utiliza para grabar la escena entera, sino algo muy concreto: cómo abres los ojos, cómo tocas algo con tu dedo o cómo te pones ése pendiente tan importante para la trama de la historia. Se trata de sólo unos segundos, y lo interesante es que son planos tan detallados que a veces no hace falta ni actuar, por ejemplo en el caso de que se grabara una marca de nacimiento o una herida que se acaba de hacer el personaje.
Al contrario del primer plano, que se utiliza muchísimo, especialmente en TV, este tipo de plano no es tan común, porque es mucho más dramático y abusar de tanto detalle puede sacar al espectador de la historia.
Para practicar
En la vida real nuestras emociones ocurren sin pensar. Frente a la cámara, interpretando un papel y con un equipo entero frente a ti es mucho más difícil llevarlas a cabo. Por eso, es bueno ensayar nuestras expresiones faciales antes de grabar este tipo de tomas.
Como casi siempre, la mejor manera de practicar es frente al espejo. Utiliza para este ejercicio uno pequeño, en el que solo veas tu cara, y practica la escena. Empieza exagerando todo un poco y empieza a hacer pasadas disminuyendo tus expresiones progresivamente. Al cabo de unos minutos, cuando creas que has llegado al mínimo, descubrirás cuál es la esencia de cada emoción.
Como variante de este ejercicio, tener una cámara a mano también puede ser una buena opción. Si te grabas y luego ves el resultado, te puedes hacer una idea del efecto que creas en los primeros planos. Lo mejor de tener una cámara para practicar es que, al contrario que con el espejo, puedes dirigir tu mirada a otro punto como pasaría en la realidad. El ejercicio, por tanto, se complica. ¡Recuerda que en cine prácticamente nunca mirarás al objetivo!
¿Qué opinas de las técnicas que acabamos de compartir contigo? ¿Tienes algún otro truquillo que quieras compartir con el resto de nuestros lectores para una interpretación de 10 ante un primer plano? ¡Déjanos un comentario en las redes! 🙂