En ocasiones salimos frustrados y desilusionados de una sala de casting pensando que la prueba no nos ha salido todo lo bien que nos gustaría. Intentamos analizar en qué hemos fallado y acabamos encontrando las causas de lo ocurrido. Pero…
¿Realmente hemos dado con el motivo que hizo que nuestra prueba resultara floja o por el contrario hemos buscado inconscientemente una justificación para quedarnos tranquilos, porque nos da miedo llegar a la raíz del problema?
Sabemos que no quieres cometer los mismos errores una y otra vez. Pero decirte a ti mismo “nunca más me vuelve a pasar” no sirve de nada si el problema te vuelve a surgir de forma diferente y al final vuelves a caer.
Lo que debes hacer es reflexionar a fondo, para que encuentres así la verdadera causa de por qué no te acaban de funcionar los castings. Pero no con el objetivo de juzgarte y culpabilizarte, sino simplemente, de pensar para entender.
¿Has tenido de manera recurrente alguno de los siguientes 5 pensamientos?
Lo que crees que es: te tocó un compañero (réplica) muy malo
Lo que realmente puede ser: escucha pobre
Si en una prueba de casting te ponen en parejas, es como una ruleta rusa: te puede tocar un actor o actriz que actúe fenomenal, que se bloquee, que conozcas o no, con el que surja la química inmediatamente o con quien no puedas crear afinidad ninguna.
Pero, ¿qué pasaría si fuésemos nosotros mismos los que estamos frenando en parte esta conexión sin darnos cuenta? Evidentemente no es fácil adaptarnos a alguien de manera inesperada o repentina, pero a lo mejor es que estamos tan obcecados en destacar sobre el otro que inconscientemente hacemos que esa interrelación no llegue a funcionar, o que la propuesta interpretativa que habíamos pensado choque con idea que tenía la otra persona y no queramos dar nuestro brazo a torcer y adaptarnos a la nueva situación.
¿Crees que intentar hacerlo a tu manera es lo mejor que puedes hacer para mostrar todo tu potencial a la dirección de casting? Te equivocas. Si han decidido poneros en parejas es para ver si eres lo suficientemente flexible para adaptarte y si sabes escuchar y reaccionar a lo que te ofrezca tu pareja escénica.
Por tanto, entra en el juego, reacciona con soltura, incluso ayuda a la otra persona si se bloquea. Sé generoso siempre, nunca te quejes y sé profesional. El director no es tonto y valorará todas y cada una de tus reacciones.
(También puedes leer: ¡Ayuda! No logro conectar con mi compañero de escena en el casting).
Lo que crees que es: nervios (en exceso)
Lo que realmente puede ser: falta de confianza en ti mismo
Tienes mucha presión. Después de prepararte tanto, te juegas en muy pocos minutos conseguir o no el trabajo, y encima hay muchas personas más como tú luchando por conseguir el mismo papel. Es normal que te entren los nervios; todos los tenemos.
Sin embargo, el hecho de no adaptarnos rápidamente a las indicaciones del director, cometer continuamente errores tontos, o incluso quedarnos en blanco pueden ser fruto de unos nervios descontrolados que nos quieren jugar malas pasadas.
A medida que acudimos a más y más pruebas, esos nervios se van disolviendo, porque sabemos a lo que vamos y conocemos nuestras capacidades.
Dicho de otro modo, a medida que adquirimos experiencia también aumenta sin darnos cuenta nuestra confianza en nosotros mismos. Con el tiempo adquirimos una actitud más profesional, sabemos cómo comportarnos e incluso tomamos riesgos.
Por tanto, ¿por qué no trabajas tu autoestima desde ya, en vez de esperar a que te vaya llegando? No sólo te ayudará para rebajar esos nervios, sino para presentarte ante la cámara con convicción y, sobre todo, para transmitir al director de casting que él puede confiar en ti igual que lo haces tú.
(Puedes leer más en: Trucos para ganar confianza en ti mismo).
Lo que crees que es: el texto era muy soso y no te pudiste lucir
Lo que realmente puede ser: no entendiste bien la separata
¿Crees que el diálogo que tuviste que representar era malo o es que no lo entendiste bien?
Naturalmente, puede tratarse de lo primero, pero muchas veces cometemos el error de no prepararnos lo suficiente, y luego nos pasa factura porque no brillamos todo lo que podríamos brillar en la prueba.
Para evitar que esto te pase, analiza siempre el qué, quién, cómo, dónde, cuándo y por qué de cada separata. Encuentra el objetivo del personaje, aquello que le lleva a realizar la acción. ¿Crees que no tienes suficiente información? Entonces descúbrela analizando a fondo las líneas del texto, y si no, invéntatela. Si no entiendes algo, búscalo en Internet. Recitar el texto sin saber por qué lo dices nunca puede resultar creíble.
(Puedes leer más en: 6 pasos para analizar y trabajar el subtexto).
Lo que crees que es: falta de interés del director de casting
Lo que realmente puede ser: no llevas una propuesta definida
La verdad es que has salido muy desanimado porque viste al director sin ganas, y así no puedes soltarte en condiciones. No sabes si estaba cansado, aburrido o tenía un día malo. El caso es que piensas que es culpa suya que la prueba se echara a perder. Qué pena, con la ilusión que te hacía conseguir el papel…
Los directores de casting no son infalibles y a última hora después de ver a decenas de candidatos tienen otra energía e incluso están deseando irse a casa. Pero si no has sido precisamente de los últimos en hacer el casting y aun así ves que la energía no fluye en la sala, posiblemente se deba a otra causa:
Te sabes el texto perfectamente, sí, pero no llevas una propuesta interpretativa clara y estás haciendo que el director tenga que empezar desde cero a darte indicaciones.
Te recomendamos que muestres tu talento en el casting tomando la iniciativa y, si puedes, sorprendiendo de alguna manera, siempre y cuando no te salgas de los propósitos de tu personaje. De lo contrario, carecerás de arco interpretativo, no tendrás intención. Así el director sólo tendrá que redirigir tu interpretación, pero ya sobre una base. Piensa que no hay mucho tiempo y todo lo que lleves avanzado a la sala de casting podría marcar la diferencia.
(Tienes más ideas en: 32 cosas que hacen feliz a un director de casting).
Lo que crees que es: no dabas el perfil que estaban buscando
Lo que realmente puede ser: no indagaste bien para quién hacías el casting
Partimos de un principio fundamental: El perfil lo dabas, o tenías el potencial para darlo. Si no, no te hubieran llamado para la hacer prueba.
Sin embargo, puede que tu fallo fuese que, aunque te preparaste bien la separata, no indagaste bien en saber para quién hacías la prueba:
- Si era para una marca, no averiguaste sus valores e imagen comercial. ¿Cómo suelen ser sus anuncios y los artistas que aparecen en ellos?
- También es importante que te informes bien de qué tipo de trabajos hace la productora, el programa de TV o la compañía teatral para quien haces la prueba. ¿Qué dicen en su web, cuáles son sus principios y su forma de trabajar?
- En cuanto al director de casting, ¿sabes cuáles son sus puntos fuertes y débiles, cómo debes dirigirte a él o ella y cómo hablarle? Con muchos de ellos tendrás que ir a ciegas, pero de algunos sí puedes encontrar comentarios en la Red.
Por tanto, no diste el perfil, pero lo pudiste haber dado si hubieras sabido adaptarte a lo que estaban buscando.
Lo importante es hacerlo funcionar
Como todo oficio, los actores y actrices mejoramos a base de prueba y error.
Para seguir avanzando y no caer en la frustración, es conveniente que te acostumbres a analizar y valorar lo que te ha salido mejor y peor de cada casting. Pero no te quedes en lo superficial, sino intenta ir al fondo. Una vez hayas encontrado las pistas necesarias te verás preparado para afrontar el siguiente con mayor seguridad y conocimiento.
Logra una manera de prepararte los castings que se adapte a ti y que te funcione. Si sabes exactamente qué hacer para solucionar el problema, con suerte, nunca te volverá a pasar. 😉
Cada casting es diferente y cada intérprete tiene su propio modo de enfrentarse a ellos. ¿Cuáles son tus truquillos?
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