No hay nada más apasionante para un actor que dejarse llevar por la espontaneidad de una buena improvisación. Y es que podríamos entender la improvisación como la creación en estado puro, el ágil descubrimiento de nuevos recursos para el actor, el disfrute del “aquí y ahora”… ¡y tantas otras cosas!
Sin embargo, fluir en una improvisación no significa hacer y decir lo que a uno le viene en gana sin ningún criterio. Es importante saber que un buen improvisador ha de entrenar continuamente, ya que se exige una gran agilidad mental y física, y debe asimilar una serie de reglas que ayudan a que una improvisación se convierta en un gran espectáculo… ¡te decimos cuales son!
1. TRABAJO EN EQUIPO
Improvisar en grupo tiene una gran ventaja: Al ser un juego colectivo nos permite buscar oportunidades e interaccionar constantemente con los demás para alimentar la historia y seguir con nuestro acting. Nuestros compañeros pueden darnos un nombre, una localización o una actividad durante la improvisación. Como ves, esto requiere de una gran capacidad de comunicación y cocreación. No hay que olvidar que el resultado, mejor o peor, dependerá de todos y no sólo de uno mismo. Deja que todos se involucren y nunca intentes ser el centro de atención.
2. ESCUCHA
La magia de la improvisación consiste en escuchar y conectar, es decir, la acción-reacción. Por eso debes prestar atención a todo y perderte nada de lo que está pasando. El guion no está escrito, y si no observas y escuchas atentamente se te escapará parte de la historia. Intenta comprender lo que está pasando, tanto el texto como el subtexto de este nuevo guion. Piensa dónde van las ideas de tu compañero y sobre todo, donde crees que irán.
El truco es estar muy presente, vivir el momento, escuchar y escucharte.
3. ACEPTA (“SI”)
Queda prohibida la palabra NO. Cuando tu compañero dice o hace algo, siempre es correcto y verdad, incluso si no lo es. Acepta las ideas tus compañeros y nunca las discutas, por muy tontas que te puedan parecer. Lo que está hecho esta hecho, y el público lo ha oído y lo ha visto. Tu misión ahora es integrarlo en la historia. Lo peor que puedes hacer es ignorar ideas, y forzar las tuyas en la escena. Queda soso, amateur y se le quita la gracia.
En la improvisación nunca se cometen fallos: se crean oportunidades.
4. SUMA (“SI, Y…”)
Esta regla es totalmente esencial en improvisación. No solo debemos aceptar lo último que dijo o hizo nuestro compañero, sino que debemos añadir siempre una nueva idea o información a la historia. El “sí, y…” (u otras frase que signifique lo mismo) tiene que salir casi sistemático.
Te ponemos un ejemplo.
Lo que NO hay que hacer:
– Qué guapa está, no puedo creer que con 80 años por fin haya encontrado el amor.
– Qué va, si aquel ligue solo le duró unas horas, la pobre sigue sola con sus gatos.
Lo que SÍ hay que hacer:
– Qué guapa está, no puedo creer que con 80 años por fin haya encontrado el amor.
– Ya ves, ¡fue un acierto pedir tantos chupitos en el bingo!
Una diferencia, ¿verdad?
5. SÉ NATURAL Y ESPONTÁNEO
El público tiene que confiar, y para eso debes reaccionar de manera natural y no calculada.
Por tanto, usa la cabeza, pero no demasiado: deja que fluya tu mente. Hay muchos actores que se autocensuran, que pasan un filtro a las palabras antes de dejarlas salir. Si gastas mucho tiempo pensando en vez de reaccionando, el público notará el retraso, incluso si se trata de “sólo” un segundo. Cuando tu personaje reacciona de manera auténtica la escena fluye y se generan conexiones. ¡Vive el momento!
6. UTILIZA LOCALIZACIONES Y ATREZO
Mira a tu alrededor: posiblemente haya algún elemento de atrezo que puedas utilizar, aunque sea una botellita de agua. Estas herramientas visuales pueden hacer que la improvisación parezca incluso planeada a ojos del público.
Sin embargo, no siempre (de hecho casi nunca) dispondrás de atrezo, y serán tus movimientos los que envíen el mensaje que deseas transmitir. ¿Estás en un avión o en la piscina? Cambia el contexto y utiliza mimo para definir la época y el espacio que te rodea.
7. UTILIZA TU CUERPO Y TU VOZ
No tengas miedo de utilizar todas las herramientas que tengas a tu disposición. El cuerpo es una de ellas, así que explótalo. Trata de integrar la mente, las manos, las piernas, el tronco… para moverte de forma orgánica, como si de un equipo se tratara. Muchas veces tendemos a estar más pendientes de lo que decimos verbalmente, y nos olvidamos de acompañarlo con el cuerpo, y eso es un gran error.
Tu voz puede ser también una excelente aliada, pues te permite crear todo tipo de variaciones a tu antojo, desde la más tímida y suave a la más confiada y fuerte. Además, puedes disponer de acentos o cualquier otro cambio a demanda de la situación: personajes de diferente edad o sexo… ¡Aprovéchala!
8. DISFRUTA
No pierdas tiempo considerando si la historia puede fallar o no. El tiempo que pierdes preocupándote es tiempo que pierdes para crear la historia.
Por último, te planteamos una idea: ¿Por qué no pruebas a improvisar también en tu vida diaria? Verás lo útil e interesante que te puede resultar. Deja de programar tu cuadriculada vida, juega y experimenta como los niños, rompe moldes, reinvéntate. Si lo que quieres es llegar lejos… ¡la imaginación te da alas!
Como dijo Einstein: “la mente es como un paracaídas, funciona mejor si está abierta”.
¿Nos cuentas tu historia?
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