Estamos seguros de que, si los monólogos tuvieran un mayor protagonismo en tu formación o tu carrera artística, ésta se vería muy beneficiada. ¿Quieres saber por qué?
Beneficios que nos aportan monólogos
No imaginas la de ventajas que pueden ofrecerte los monólogos. Estas son, en nuestra opinión, las principales:
- Al no tener ningún compañero de escena, no dependes de nadie a la hora de prepararlos.
- Aprendes a trabajar con independencia, a crear tus propias propuestas.
- Te permiten estudiar el personaje con gran profundidad y demostrar que entiendes sus objetivos y las razones que le mueven a actuar.
- Al practicarlos por tu cuenta, puedes elegir los que te aporten mayores retos.
- También te permiten incidir en los aspectos que creas que más te hacen falta mejorar.
¿Son más difíciles que los diálogos?
A lo largo de tu carrera profesional tendrás que preparar ambos tipos de textos. En este sentido, los monólogos no son mejores ni peores que los diálogos; simplemente son diferentes. Por tanto, cada uno tiene unas técnicas y truquillos particulares que deberás aprender y dominar.
Lo que sí presentan los monólogos son una serie de retos que, como actor, deberás tener en cuenta. Te mostramos un par de ejemplos:
- Si nos centramos en el campo audiovisual, al editar una escena de diálogo, el montador puede ajustar muchas veces el ritmo, jugar con las reacciones del otro personaje, elegir planos que mejor le convengan… Por el contrario, un monólogo muestra, a menudo sin cortes de plano, el sentido del ritmo del actor, que sabe cuándo hacer una pausa, cuándo no, si llega a emocionar o no… todo sin “trampas”.
- Por otro lado, si estabas pensando que no tener compañero de reparto lo haría todo más sencillo, por no tener que reaccionar ante él y sólo centrarte en tu texto, te equivocas. En los monólogos dramáticos, el interlocutor sigue estando ahí, aunque no se encuentre físicamente presente, y deberás actuar como si estuviera.
¿Cuándo necesitarás un monólogo?
Las ocasiones en las que, como actor, debes preparar monólogos, son las siguientes:
- Pruebas de casting: además de las separatas que contienen el texto que has de estudiarte para hacer la prueba, muchas veces te piden, o bien que improvises algo, o bien que interpretes un monólogo, así que debes estar preparado para cualquiera de las dos necesidades. Por tanto, ten siempre aprendidos y preparados varios monólogos, al menos uno de comedia y otro de drama.
- Call-backs: En la misma línea del casting, te pueden pedir un monólogo en una segunda prueba y, si no lo tienes listo, puedes perder la oportunidad de conseguir el papel que tenías ya casi en tus manos. La finalidad es la misma: descubrir otros registros y observar si eres capaz de mostrar otras habilidades o un gran potencial artístico, más allá de lo que se te pedía específicamente para la prueba.
- Pruebas de selección para acceder a una escuela.
- Clases de interpretación: Es raro que no trabajes monólogos en algún momento de tu formación en la escuela a la que vayas.
- Grabarte muestras: Especialmente si no tienes mucho material visual que ofrecer porque no tienes mucha experiencia como actor (¡o si no tienes nada!), puedes grabarte monólogos bien preparados e incluirlos en tu videobook, en tu canal de Youtube, en tu web, etc.
- Practicar por tu cuenta: ya sabes que el buen actor debe estar ejercitando continuamente sus herramientas interpretativas para no oxidarse. Por tanto, estés donde estés, y tengas el nivel que tengas, la mejor opción para seguir activo es acostumbrarte a practicar monólogos a tu aire.
Posiblemente se nos hayan pasado otras ocasiones en esta lista, ya que la utilización de monólogos suele ser muy frecuente para el día a día del actor – ¡en ese caso, coméntanoslo! – pero, ahora que ya tienes una idea general, queremos enfocarnos un poco más en este último punto.
Trabaja por tu cuenta
En la línea de lo comentado en el último punto anterior, es importante que tengas en cuenta que no siempre tendrás un profesor o un coach que te guie y te indique cómo sacar el mejor partido a tus monólogos; también deberás aprender a trabajarlos por tu cuenta. Así que, cuanto antes empieces a practicar, mejor.
Es cierto que al principio se te pasarán muchas cosas por alto, pero con la práctica irás adquiriendo las destrezas necesarias por ti mismo. De esta manera, en el momento que necesites un monólogo para cualquier circunstancia, como una prueba, no solo sabrás cómo salir adelante, sino que podrás demostrar también tu gran autonomía y madurez profesional.
¿Prepararte varios o muchos?
Como los monólogos suelen ser cortos, de 1 o 2 minutos de duración, son una fuente ideal para explorar, aprender y mejorar tus recursos interpretativos.
Al principio empezarás con un par de ellos, pero no te limites ni creas que con eso ya lo tienes todo hecho. Prepáralos adecuadamente, a fondo, y cuando los tengas bien exprimidos, busca otros que te abran nuevos retos.
Practicar con muy diversos monólogos sólo te trae ventajas: estudias nuevos perfiles que pueden adaptarse mejor a ti; siempre que algo nuevo te parece difícil, creas nuevos desafíos que hacen aumentar de tu zona de confort; puedes profundizar y mejorar aspectos muy concretos (en cuanto a personajes, en cuanto a lenguaje…).
Como ves, trabajar con monólogos es una manera fantástica de conocerte como actor, de ampliar tu ingenio, tus posibilidades, de redescubrirte.
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